La microbiota intestinal es un conjunto de microorganismos, entre ellos billones de bacterias, que conviven en nuestro intestino. Es considerado como un órgano más, capaz de modular tanto nuestra salud física como la psico-emocional.
Digamos que nuestra salud global depende del bienestar de nuestro intestino y bacterias. Y para ello, necesitamos asegurar el aporte de alimentos pre y probióticos. Los pre son el combustible de estas bacterias, mientras que los pro contienen bacterias de por sí que se sumarán a las nuestras.
Para gozar de una microbiota sana y equilibrada, necesitamos que haya densidad y diversidad de bacterias. De hecho su composición va variando en función de la edad pero sobre todo de la dieta y hábitos de vida que llevemos. De ahí la importancia de asegurar variedad en nuestras elecciones alimentarias, tanto en los pre como en los probióticos.
¿Qué alimentos son ricos en probióticos?
Los alimentos ricos en probióticos son fáciles de reconocer porque son básicamente, alimentos fermentados. Uno que seguro ya conocéis es el yogur. Pero debemos ampliar nuestra paleta, solo así conseguiremos esa riqueza bacteriana y por lo tanto, el bienestar de nuestro ecosistema interior del que tanto dependemos.
La fermentación es una práctica milenaria empleada para la conservación de los alimentos. Y hoy vuelven a estar muy presentes en nuestra dieta, de cara a rescatar los beneficios que tienen para nuestra salud.
Obtenemos así un producto más digestivo, y una manera de repoblar nuestro batallón de bacterias intestinales amigas.
- Un probiótico interesante e ideal para alternar con el yogur es el kéfir. Contiene más riqueza probiótica que el yogur y su textura es algo más líquida. A privilegiar el de cabra o de coco, y de origen biológico.
- El chucrut, que no es otra cosa que col fermentada. Un producto típico y tradicional de los países nórdicos, donde lo usan de acompañamiento en sus platos tradicionales debido a sus propiedades digestivas. Ideal para acompañar todo plato pesado, sea de origen animal o vegetal.
- El kimchi se asemeja al chucrut porque lleva col y es algo más picante. Es tradicional de Corea, y alegra cualquier plato. Ideales como opción saludable para todo aperitivo.
- El vinagre. El vinagre de las ciruelas umeboshi es de sabor ácido y salado, con función alcalinizante y muy digestivo. Es perfecto para vinagretas.
- La salsa de soja Tamari. No lleva gluten y aliña todo tipo de platos. Desde caldos y cremas, hasta preparaciones de verduras, legumbres y arroz.
- El miso: una pasta fermentada con el hongo koji, hecha a base de arroz, de soja o garbanzo. Existen varios tipos y colores según el tiempo de fermentación. Recomiendo empezar con el shiroque es el más suave y de color clarito. Se puede usar como sustitutivo de la sal en sopas, cremas y hasta en platos dulces.
- El tempeh es otro derivado de la soja o garbanzo, y está fermentado con el hongo Rhizopus. Es rico en proteína y fibra, y se encuentra envasado en forma de bloque o filetes. Se puede hacer a la plancha o estofado, acompañado de verduras por ejemplo.
- El Amazake:una crema dulce de arroz o mijo, de textura parecida al yogur, y es ideal para elaboraciones de postres y snacks dulces.
Y ¿Cuales son las mejores bebidas probióticas?
El té Kombucha es una de las mejores bebidas probióticas. Se trata de té fermentado y que, al tener burbujitas, sustituye a la perfección cualquier refresco gaseoso, ahorrándonos cantidad de azúcares, aditivos y colorantes artificiales. Se puede tomar solo o también combinarse en batidos, yogures, quesos veganos y demás.
Mejor empezar siempre con un vasito de chupito y observar cómo nuestro cuerpo reacciona. Y poco a poco, ir aumentando.
El agua de kéfir es otra bebida probiótica y buena alternativa también. Lo ideal, es ir probando, rotando y variando.
¡Recuerda!
Para que los fermentados puedan cumplir con su función probiótica, es necesario que no estén pasteurizados. La acción probiótica se debe a que las bacterias están vivas en el producto, y con la pasteurización, dejan de estarlo.
Así que como último apunte, leer bien la etiqueta para saber si estamos frente a un probiótico realmente útil o no.
Recuerda valorar toda pauta dietética junto con tu médico o profesional de la salud, para que pueda asesorarte de manera personalizada.
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